Santificado sea en los labios
el Dulce Nombre de Jesús,
que suave abrasa al interior
al ser pronunciado con amor.
Bendito sea en el alma y en el corazón
pues al proclamarte mi Señor,
llenas mi vida de ardor y pasión;
siendo aún peregrino
me llevas a ser testigo,
incluso en medio del dolor.
Bienaventurado tu Nombre glorioso,
mi espíritu por él se exalta ardoroso,
luz y guía de mi caminar laboroso ,
alegría de mi ser de ti deseoso.
Mi alma y mi voz se unen sin dilación
al cantar armonioso
del cielo, la tierra y la entera creación,
que ensalza a tu corazón candoroso:
el cántico animoso
de los ángeles y los santos,
que alaba ahora y siempre
al Redentor del hombre
a quien devoto consagro mi nombre.
Amén
Yerko Reyes Benavides
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