Mi Dios, Señor y dueño de mi vida
levanto al cielo la mirada
busco en el firmamento
más allá del sol y su lamento
la señal de tu presencia y bondad.
Te necesito, Dios de Vida,
Padre bueno de Eternidad,
requiero y es mi anhelo
descubrirte por mi atento
sosteniéndome en la debilidad.
Me falta el aliento,
la confianza se va extinguiendo;
si tu ardor no va allanando
mi amor va tambaleando,
pues te busca en lo velado
de este mi afanar fatigado.
No es pretensión quererte
ni un efugio que estés presente
mis fuerzas no son suficientes
si en tus brazos no me sometes.
Ven a prisa,
Vida de mi vida;
no dilates por mucho tu llamado,
socorrerme, Amado:
está en tu regazo el lugar de mi descanso,
es tu pecho, de mi alma, su lecho.
Amén
Yerko Reyes Benavides
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