Día a día, Virgen María,
contigo nos sentimos acompañados,
de la mano tomados,
puesto que tú no llegas tarde a la cita,
de en maternal amor, hacerte sentir,
en el corazón de tus hijos.
No siempre, Madre, estamos como buenos herederos,
pendientes de las cosas de nuestro Padre, Dios.
Nos olvidamos que peregrinos en el mundo estamos,
de tránsito vamos, caminamos hacia el Reino del Hijo,
tu Hijo, el mismo quien nos redimió a precio de sangre.
Nuestro orgullo y a veces un poco de soberbia
nos hacen desviar la atención y concentrarnos
en lo que pasajero se nos muestra.
Pudiéndonos dejara a nuestra suerte,
prefieres seguir a nuestro lado,
puesto que tu solamente humana,
pero llena de la gracia divina, sabes,
que sin el auxilio del Espíritu y tu maternal cariño
nos perderíamos: en lo efímero nos quedaríamos.
Con flores, estos días te hemos honrado,
puesto que te queremos venerar, y más que a ti recordar,
acordarnos a nosotros mismo que Tú,
amiga, hermana, y sobre todo Madre, con nosotros caminas.
No nos sueltes de tu mano
y a tu Hijo el Eterno del Padre
condúcenos sin vacilación, para que en esta vida,
podamos ser testigos de su Amor.
Amén.
Yerko Reyes Benavides
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