En tu corazón, Madre mía, resguárdame, en el recíbeme, por él protégeme, y concédeme el consuelo que mi alma necesita.
En tu corazón, Madre mía, escóndeme, en él transfórmame, cámbiame y renuévame, pues tu corazón María, es puro, santo, inmaculado, no conoce de pecado, y en él puedo ser liberado.
En tu corazón, Madre mía, el que está hecho de los más puros y nobles sentimientos, pétalos de una sola flor, que embellecen a esta humanidad de ruinas construida: haz de mi uno de ellos.
En tu corazón, Madre mía, el que es atento, nunca engreído, jamás distraído y siempre dispuesto, humilde como no habrá otro jamás, en todo dispuesto, siempre al encuentro, ennobléceme y haz de mi alma ser amada.
En tu corazón, Madre mía, busco un lugar, un hogar, mi refugio; un castillo para mi fe, morada de mi esperanza, templo para mi amor; este amor que sigue siendo peregrino, que me abrasa y quema mis entrañas.
Es en tu corazón, fina y delicada flor del jardín de Dios, María, donde mi alma se quiere enamorar, de los amores por los que él, en tu pecho se aviva y se exalta.
Es en tu corazón, de amores hermoso, donde siento el llamado a ser amado; amar más allá de la pasión, a amar en trascendencia; en tu corazón Madre mía, mi espíritu clama el anhelo de ser en tu amor exultado, llevado al amado, en donde por al fin tendré descanso.
Amén
Yerko Reyes Benavides
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