He compartido varios poemas.
No sé si algún día,
llegarán estas líneas a ser famosas
y, logren arrancar una lágrima de emoción
a quien las lee sin distracción.
Los bosquejé para mí.
No pensaba en nadie, ni siquiera en mí,
aunque míos fueron
mientras la mano tocaba el papel,
que los acogía;
no me pernetencían.
La pluma ágil
entre los dedos, trazos hacía
de sonetos puesto uno junto a otro.
De pronto rimaban y sonaban a canción;
poemas de amor donde habla sólo el corazón.
¿Por qué los escribí?
Sólo porque sí;
ejercicio del alma que habla y por mucho,
muda había estado,
tiempo indefinido de forzoso silencio y, ahora suelta,
no para de decir lo que tanto había callado.
Un mensaje, un lenguaje, el alma habla y no calla,
escribo lo que fluye libre, incontenible,
palabra a palabra, ella dicta, el puño escribe,
el mensaje aparece, el corazón emblandece.
¡Oh sorpresa!
No doy crédito a lo que leo,
¿esto estaba en ti?
En mí no, sólo retenido en alma indómita que,
ahora, habla, suena y expresa.
Leguaje que hasta hace poco inteligible era,
sólo en soledades derramado y en lágrimas contenido;
fluye melodía de corazón y alma que ahora,
hablan, dicen y sonríe.
¿Qué es este mensaje que emana como fuente,
que en cascada cae y baña alma, mente y corazón?
Oración hecho canto, canto hecho poesía
y la protagonista de todos y cada uno de ellos: Ella.
Es Ella, la dama de mis desvelos,
la que pasea los recónditos parajes de mis soledades;
susurra cánticos, para que el alma no se pierda ni se canse
de buscar a quien Ella tanto ama;
para que Ella amada en la intimidad de silencios interiores,
el amor del Amado a Ella dado
sea vertido en gélido corazón olvidado.
Eres Tú, Virgen María, la compañera de mis poesías;
la que arranca suspiros de nostalgias,
lenguaje de alma prendada de tu encanto y aroma a divina presencia.
Mi Dulce Muchacha de Nazaret,
para ti son mis poemas, aunque algunos no hablen de ti,
tácita estás y amada en todos y cada uno.
Eres tú la musa que inspira cantos de alma sedienta de amor.
Por ti anda en búsqueda, corazon ardiente
y tú eres la oculta huella de amor de Dios puesta
en alma estremecida, anhelante y sedienta de divinas delicias.
La pluma ágil, se mueve en el papel,
una vez más,
mariposa de amores contenidos que en letras
ahora encuentran caminos para expresar
lo que guardaba durante años encerrada,
atrapada de lógica y razón,
ahora en amor desbordada
de tus tiernos cuidados habla, dice y expresa y al final,
tu nombre dice con especial encanto:
“Salve María, plena y plenas de gracia".
Yerko Reyes Benavides
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