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Corona de Lirios, para la Flor mas Pura

Foto del escritor: Yerko Reyes BenavidesYerko Reyes Benavides


“Dichos los limpios de Corazón, porque ellos verán a Dios”, fue una de la Bienaventuranzas, Jesús, que proclamaste, cuando rodeado de la gente más sencilla y más humilde de la Galilea que recorriste, en tu presencia estaban, atentos a toda Palabra que salía de tu boca.


Prendados quedaron al verse sorprendidos que para poder contemplar la divinidad no son necesarios tan complicados ritos, cultos, ni costosos intermediarios. Sólo basta preservar y conservar la pureza del corazón, regalo de tu infinito amor que a toda vida otorgas, vida humana que ha de nacer en este mundo.


¡Que noticia tan maravillosa! para una gente que marginada muchas veces del culto se veía porque, no eran lo suficientemente dignos para poder acercarse a Dios y pedir su propia reconciliación en un acto de perdón sincero nacido del corazón.


¿En quién Jesús te miraste para tan grande verdad revelar sin recato a una humanidad sedienta del amor Dios? La pregunta sobra, la respuesta a los ojos salta. La más pura, la más bella, la más hermosa flor de Dios: el amor de su corazón, la niña consentida de sus ojos, la Virgen María.


Tu misma Madre, te enseño, humano como eras, que la pureza se conserva en el corazón y no el cuerpo, que la inocencia es una condición del espíritu, una cualidad del alma, que nada la quita, puesto que es gracia y quien en amor de Dios anda, la persevera impoluta.


Ayúdanos Jesús a ver la vida con la inocencia, la nobleza, la bondad, y el amor con el que tu Madre la vio y así vivió siendo para ti testimonio vivo del Amor de Dios que luego a tus amigos quisiste conceder, les diste, les entregaste: puesto que Amado fuiste en María y por el Padre, para que el Amor divino no faltase en tu corazón y sentir compasión ante la tragedia humana.


De esta forma, la inocencia y la pureza fueran las compañeras perfectas que pusiera a la humanidad en el camino que a Dios lleva: “Felices los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios”.


Seremos hijos de Dios a ejemplo de la Hija venerada del Señor, que para Jesús, fue Madre y en ti y por ti Madre y compañera también nuestra.


Hija de Dios, Virgen María, que no nos falten tus ruegos al Padre, para que nosotros tengamos un corazón puro como el tuyo y seamos llamados verdaderos “hijos de Dios”.


Amén.


Yerko Reyes Benavides

 
 
 

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